jueves, 3 de enero de 2013

La historia de mi intoxicacion con mercurio

    Todos mis empastes fueron puestos cuando tenía entre 9 y 11 años. Primero unas cuantas amalgamas y pasado un tiempo, como volví a tener dolor en alguna de las muelas empastadas, el odontólogo me extrajo las amalgamas correspondientes y me hizo un par de endodoncias (tratamiento de canales radiculares o root canal que dicen los anglosajones), que fueron obturadas con nuevas amalgamas. Luego me hizo algún otro empaste. Al final de todo aquello me quedé con 11 amalgamas en la boca.

    Por aquella época tuve dolores gastrointestinales. De hecho, tras varios días con estos dolores mi padre me llevó a urgencias pensando que podía ser una apendicitis. Ahora sé que se debieron a la exposición  al mercurio durante la puesta y extracción de amalgamas. Fueron unos pocos días, pero coincidiendo con aquellos trabajos dentales. Más tarde me ha pasado lo mismo, al retirarme de manera insegura la primera de las siete amalgamas que me quedaban. Nadie me dijo que aquellos empastes eran en un 50% de mercurio y que el mercurio era altamente tóxico.

   Entonces no tenía problemas de salud. Recuerdo mi infancia como buena. Tenía bastantes amigos, y me gustaba mucho relacionarme con otras personas. Acabé el colegio con buenas notas, y pasé al instituto. Cuando tenía ya unos 17 años, empecé a tener algunos síntomas que luego me he dado cuenta de que no eran normales. Primero un aumento de la ansiedad, luego cambios en la percepción. Creo que la percepción de los colores y del espacio empezaron a ser un poco distintos. En alguna ocasión de repente sentía ansiedad y/o vértigo, y luego como si mi visión fuera a través de un tunel.

   Ya había dejado los estudios, y a los 18 años me encontraba algo deprimido y no disfrutaba con casi nada. Mi personalidad cambió mucho. Durante aquellos años probé distintas cosas, probé a no fumar, a no beber, hacer deporte, alimentarme bien... Hice todas las cosas que decían los médicos que había que hacer para llevar una vida sana y sentirse bien. Pero el hecho es que hiciese lo que hiciese, yo me seguía encontrando mal, y no sabía por qué.

   Cuando tenía unos 19 años, se me rompió una muela de las que tenía endodonciadas con amalgama. Se fué rompiendo en trozos, y durante los siguientes años mi salud se deterioró muy rápido. Recuerdo que cuando esa muela ya estaba rota, se veía una especie de tornillo a la altura de la encía. Investigando, luego he sabido que aquello que veía se llama poste o perno intra-radicular. Se trata de un pequeño tornillo, que suele ser de titanio (aunque yo lo recuerdo de color dorado), y que a veces se introduce en el conducto radicular para darle mayor estabilidad a la pieza dental, y evitar así su fractura (lo cual fracasó). El tratamiento que había recibido esa muela fue como el del siguiente video, salvo porque en vez de composite se obturó con amalgama de "plata", y no se realizó corona.


   Teniendo esto en cuenta, una especial corrosión por rendija (crevice), la corrosión galvánica producida por el conjunto amalgama-saliva-metal, o tal vez una mayor filtración de mercurio a través del canal radicular aceleraron mi intoxicación; probablemente nunca lo sepa con total seguridad. El hecho es que durante casi 3 años me recluí en mi casa por el malestar que me producían las relaciones sociales y tuve una variedad creciente de problemas de salud que me fueron incapacitando completamente. Fue la peor época de mi vida.

   Es dificil detallar todas las cosas que me fueron sucediendo. Algunas cosas no las recuerdo, y otras las he tenido que ir reconstruyendo poco a poco. Mi memoria se deterioró mucho.

   Lo peor de todo fue el deterioro cognitivo y el malestar psíquico. Me afectó seriamente a la memoria, a la atención, a la concentración y al lenguaje. Mi estado de ánimo estaba deprimido, y mis emociones eran todas negativas. Mi nivel de ansiedad era bastante alto. Perdí el control de mis ciclos de sueño; a veces dormía por el día y otras veces por la noche. Tenía pesadillas en blanco y negro, pitidos en los oidos y migrañas. Tuve distintos síntomas psiquiátricos. Me sentía como si me estuviese volviendo loco. Me informé todo lo que pude sobre trastornos psicológicos, psiquiátricos y neurológicos, pero cada día me parecia que tenía uno distinto que realmente no explicaba lo que me sucedía. Me mareaba con frecuencia. Un día tuve un ataque epiléptico (sin espuma en la boca) que afortunadamente no volvió a repetirse.

    Físicamente, lo que más me preocupaba era la velocidad a la que se me caía el cabello (y cada vez salía más fino), y la gingivitis; me sangraban las encías con frecuencia e incluso se me aflojaban algunos dientes. Usaba cremas dentales para encías sensibles, enjuages bucales, y me lavaba los dientes con frecuencia, pero parecía que todo eso sólo empeoraba el estado de mis encías. Me salían úlceras en la boca y herpes en los labios y en las fosas nasales. Se me inflamaba la parte inferior de la lengua. Mi cuero cabelludo, la zona entre las cejas y la zona entre la nuca y los hombros, producían grasa sin parar. Después de ducharme la piel se me quedaba completamente seca, descamada. Me dolía la zona del cuello, a la altura de la nuca. Me encontraba débil, no tenía mucho apetito y perdía peso. Estaba pálido y muy delgado. A veces se me contraían los gemelos o se me agarrotaban los pies. Mi sistema inmunitario estaba débil; me resfriaba continuamente (no me hacía falta ni salir de casa) y tardaba mucho en recuperarme. Tuve problemas gastrointestinales; a veces tenía retortijones intestinales y diarrea, otras estreñimiento.

    Viendo que nada de lo que hacía funcionaba, y que mi vida era insufrible, empezó a cobrar mas fuerza la idea del suicidio (si el infierno existía debía ser algo así). Finalmente fui a un psiquiatra, y le explique que tenía algo así como agorafobia, fobia social y/o trastorno de la personalidad por evitación, y aunque no pude explicarle casi nada de lo que me sucedía (poco le importa a un psiquiatra el resto), conseguí que me recetara paroxetina (un antidepresivo) y lorazepam (benzodiacepinas, un ansiolítico) para reducir la ansiedad. El antidepresivo no me hizo prácticamente ningún efecto, y lo dejé de tomar a los 6 meses. Bien hice, porque luego he sabido que a muchas personas les ha sido complicadísimo dejarlo. Entonces me di cuenta de que a lo único que podía ayudarme la psiquiatría era a arruinarme del todo. Las benzodiazepinas las tomé esporádicamente, y fueron realmente un alivio en los peores momentos, ya que me permitieron hacer algunas cosas que de otro modo me hubiera resultado imposible hacer, pero sabía que eran adictivas, producían tolerancia y no solucionaban nada.

   A los 24 años, gracias a un amigo de infancia, pude trabajar durante unos meses (realmente me dedicaba a mirar, no daba para mucho más). Casi nunca entendía lo que me pretendían decir, era como oir cosas pero sin entender lo que querían decir. Sólo comprendía frases muy sencillas. Mi comunicación era muy básica. Intentaba sonreir y usaba monosílabos. Me costaba un gran trabajo enlazar varias frases. No recordaba las cosas que me decían. Era incapaz de decidirme y pensar con claridad. Cosas insignificantes me producían un malestar emocional grande. Me tenía que poner muchas capas de ropa para salir a la calle; era muy sensible al frío. A veces iba a trabajar sin haber dormido porque no podía mantener el horario de sueño. Tras unos pocos meses, el jefe me despidió, como era lógico. Yo seguía deprimido y con mucha ansiedad.

    Por entonces me extraje las 4 muelas del maxilar inferior en las que tenía amalgamas (me quedaron las del maxilar superior). La que se había roto ya no tenía absolutamente nada de amalgama, y la de la otra endodoncia parecía haber perdido parte de su volumen. Previamente había tenido un brote de candidiasis oral, y a raiz de eso llegué a la web de la asociación mercuriados. Fue la primera noticia que tuve sobre la presencia de mercurio en las amalgamas dentales, y recuerdo que mi sensación fue de paranoia (como de costumbre), tanto que preferí creer que no era cierto. Entonces no me parecía creible que unos empastes que muchísima gente llevaba, pudieran ser la causa de tantos problemas, así que realmente no creí que eso fuera a solucionar mis problemas, pero aún así pensé que sacándome esas muelas, al menos tal vez desaparecieran algunos de los síntomas orales (candidiasis, úlceras, inflamación de la parte inferir de la lengua). Por entonces, simplemente ir al dentista y explicarle lo que quería, ya era algo realmente complicado para mi.

   Como tenía poco dinero y todo me agobiaba mucho, creí que lo más sencillo era extraer al completo las muelas en mal estado. Perder cuatro muelas fue lo mejor que me pasó en ese momento. Ójala lo hubiese hecho antes. A partir de entonces empezó una lenta mejoría, aunque con temporadas de estar bien y otras de estar mal. Fueron desapareciendo muchos síntomas y la sensación de malestar dejó de ser tan intensa. Cognitivamente tardé bastante en recuperarme. Aunque con bastantes dificultades, volví a estudiar y volví a trabajar. No llegué a saber lo que me había pasado. Llegué a la conclusión de que no tenía explicación y que ya que estaba mejor no debía perder el tiempo en buscar explicaciones; así que me quedé con una especie de idea de "milagro".

   Hasta hace poco me seguían quedando 7 amalgamas en el maxilar superior. Casi por casualidad, un día mi novia me habló sobre el problema de las amalgamas dentales, y me insistió en que debería quitarme las que aún tenía. A partir de ahí volví a replantearme la idea de que mis amalgamas podrían haberme causado todo aquello. Poco después dí con el libro de Andrew H. Cutler: Amalgam Illness: Diagnosis and Treatment, y a partir de ahí, según lo fui leyendo, lo que nunca había tenido sentido, de golpe, lo cobró completamente. Recuerdo que años atras, en mis busquedas por internet sobre los síntomas que tenía (pesadillas, pitidos en los oidos, fobia...), llegue hasta la página web de Cutler, pero al leer la cantidad de enfermedades para las cuales decía tener la cura, simplemente cerré el navegador porque me pareció una charlatanería. Craso error...

   Tampoco he llegado a estar del todo bien, con periodos de estar bien y otros de estar mal (tal y como anticipa Cutler respecto a quienes se quitan las amalgamas pero no eliminan el mercurio que ha quedado acumulado en su cuerpo), así que decidí hacer caso a Cutler, reemplazar las amalgamas que aún me quedaban, empezar con la quelación, e ir contando los resultados en este blog.

   Antes de empezar la quelación aún tenía un bajo umbral de estrés, incapacidad para controlar los horarios de sueño (sin ayuda de melatonina), acúfenos, estreñimiento, intolerancia a la glucosa, tensión muscular, obstrucción nasal, desorden de la ATM, algunos problemas de atención, mala memoria a corto plazo, momentos de nerviosismo/aceleración o alteraciones emocionales, (aunque mucho mejor que años atrás)...

miércoles, 2 de enero de 2013

18ª ronda con ALA

   Pues nada, quise hacer una última ronda antes de acabar el año, así que los días 28, 29 y 30 estuve con 100 mg de ALA cada 2 horas y 24 minutos, como en la anterior. La ronda ha ido bastante bien. Durante el primer día me encontré igual que antes de empezar, el segundo día estuve un poco más inquieto y por la noche tuve algunas molestias leves en las encías, el tercer día también estuve más inquieto (como que necesitas moverte pero tampoco estás muy agusto con nada) y estuve un poco más ausente.

  Durante estos días posteriores a la ronda me he encontrado más inquieto (una inquietud de tipo nervioso-muscular, no mental) y he tenido en algún momento pulsaciones musculares, pero nada grave. Por lo demás todo bien, mentalmente he estado bien; sin problemas para leer.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Las formas químicas del mercurio

   Se llama mercurio metálico y se simboliza como Hg0 al mercurio elemental, que a temperatura ambiente se encuentra en estado líquido y según va aumentando la temperatura va pasando a estado gaseoso con mayor rapidez. El mercurio metálico en estado líquido (el que hay en el interior de los termómetros) prácticamente no se absorbe en el intestino, de modo que contra lo que cabría esperar, no es tóxico por ingestión. Los vapores de mercurio también son Hg0 sólo que en estado gaseoso. Son muy tóxicos via respiratoria. En el siguiente video se puede ver como se liberan vapores de mercurio a partir del mercurio metálico en estado líquido.

 

   Los empastes de amalgama son una aleación de mercurio metálico (50%) con plata, estaño, cobre y zinc que unidos forman un sólido. Estos también liberan de manera constante una pequeña cantidad de vapor de mercurio, que aumenta en determinadas circunstancias (procesos de corrosión, aumento de temperatura...). En el siguiente video se puede ver como las amalgamas dentales también liberan una mayor cantidad de vapor de mercurio a medida que aumenta su temperatura tras algo de fricción. Durante la masticación de chicle, el cepillado dental y otras circunstancias se produce este mismo efecto. 


   Los vapores de mercurio se absorben en los pulmones en un 80% y pasan directamente a la circulación sanguínea. El mercurio metálico Hg0 atraviesa sin problema la barrera que existe entre la sangre y el cerebro (barrera hematoencefálica), y una vez en el cerebro es oxidado a la forma más tóxica Hg2+, donde se va acumulando y queda retenido durante años (es posible que indefinidamente) .

   Tras las amalgamas dentales, la fuente más importante de Hg0 para la población general son las lámparas de bajo consumo (de vapores de mercurio) y los termómetros de mercurio. Si se rompen este tipo de lámparas, se liberan en el aire los vapores de mercurio que hay en su interior. Lo mismo sucede con el mercurio metálico de los termómetros, que puede quedar impregnado en distintos lugares e ir liberando vapores durante mucho tiempo. El Hg0 es también la forma química a la que se exponen los mineros del mercurio.

   El mercurio mercúrico, simbolizado como Hg2+ (mercurio elemental en estado de oxidación +2) es la forma en la que se puede encontrar en el interior del cuerpo humano causando una mayor toxicidad. En esta forma el mercurio no puede atravesar la barrera hematoencefálica, sin embargo, tanto el Hg0 como el metilmercurio que entran en el cuerpo si lo hacen y acaban siendo transformados metabólicamente en Hg2+. En el caso del metilmercurio esta transformación se produce lentamente, en el caso del Hg0 se produce con enorme rapidez.

   El Hg2+ es la forma química responsable de que quien respira vapor de mercurio llegue a encontrarse tan mal. Durante la exposición crónica a bajas dosis los principales órganos en los que se acumula son el cerebro (principalmente en la pituitaria, el lóbulo occipital y el cerebelo), el hígado, la glándula tiroides y las glándulas adrenales. En la exposición aguda es el riñón el órgano que lo sufre en mayor medida.

   Las concentraciones de mercurio en sangre, orina, glóbulos rojos, cabello y uñas no se correlacionan con la concentración de Hg2+ en los tejidos objetivo del mercurio, y por tanto no son útiles para el diagnóstico una vez este ha abandonado la sangre. El único biomarcador fiable que se conoce para determinar su concentración en los tejidos es la biopsia del propio tejido afectado. Según Andrew Hall Cutler, mediante un análisis de nutrientes y tóxicos en el cabello es posible discriminar de manera probabilista si una persona sufre un problema de toxicidad por mercurio, ya que éste produce una disrupción en las proteínas de transporte de minerales, lo que en el análisis de nutrientes y tóxicos en el cabello se manifiesta con una distribución anormal de minerales.

   Los compuestos de mercurio inorgánico son los que no contienen carbono, como el sulfuro de mercurio HgS (o cinabrio), el óxido de mercurio HgO, el cloruro mercúrico HgCl, el cloruro mercurioso HgCl2, etc. El sulfuro de mercurio HgS es el mineral presente en las minas de mercurio, de donde se extrae el Hg0.

   Los compuestos de mercurio orgánico son los que contienen carbono, como el metilmercurio de fórmula CH3Hg+ y simbolizado a menudo como MeHg, el etilmercurio de fórmula C2H5Hg+, el dimetilmercurio, el fenilmercurio, etc. Hay bastantes compuestos orgánicos de mercurio pero lo más importante es saber que al comer pescado y mariscos ingerimos cierta cantidad de metilmercurio  y que las vacunas conservadas con timerosal contienen etilmercurio.

jueves, 27 de diciembre de 2012

17ª ronda con ALA

   Nueva ronda con nuevos cambios. Esta vez he eliminado el DMSA y he tomado solo 100 mg de ALA con 200 mg de ascorbato cálcico cada 2 horas y 24 minutos. Empecé la ronda el día 16 y la acabé el día 20.

   Lo primero es que los días anteriores a empezar la ronda me encontraba muy bien. Luego a las 6 horas de empezar la ronda empecé a tener acúfenos en el oido derecho (o al menos percibía que el sonido estaba más enfocado en la zona derecha de mi cabeza). El segundo día estuve muy bien, concentrado y con buena memoria durante las primeras horas del día, hasta que empecé a encontrarme muy espeso llegando al punto de perder completamente la capacidad para concentrarme en algo y la memoria no me funcionaba nada. Cambiaba de ventana en el PC y no era capaz de recordar lo que iba a escribir, también tenía la visión borrosa y era como si las lineas de texto se desdoblaran (vision doble). Luego volví a encontrarme mejor mentalmente hasta que me acosté. Por la noche tuve alguna molestia en las encías. El tercer día me encontré con algo de brainfog, acúfenos y tensión muscular. Al acostarme tuve un poco de dolor de estómago. El ultimo día de ronda me encontré mejor aunque seguí teniendo algo de acúfenos y tensión muscular/inquietud. Por la noche me desperté varias veces con sensación de hormigueo y ganas de orinar.

   El primer día después de la ronda al principio me encontré bien, pero luego estuve un poco intranquilo. El segundo día tuve algunas pulsaciones musculares en el oido derecho y también estuve un poco intranquilo, aunque coincidió que tomé café, igual que el día anterior. La cafeina me afecta mucho. En los días siguientes me he encontrado bien, bastante lúcido mentalmente y sin síntomas. En definitiva, los 100 mg de ALA ahora mismo sólo me afectan en cuanto a facultades cognitivas y me producen algo de tensión e inquietud. Para la proxima ronda mantendré esta dosificación.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Mercurio en el pescado y el marisco

   El pescado y los alimentos procedentes del mar son una de las fuentes de exposición al mercurio más importantes para los humanos. No es la más importante si nos fijamos en el número de intoxicaciones que produce, pero tampoco es irrelevante. Es importante porque casi todo el mundo come pescado con cierta frecuencia, y algunas especies están realmente contaminadas. Si se dejan a un lado los casos de pescado altamente contaminado por vertidos industriales, las amalgamas dentales son la principal fuente de exposición para la población general, y la que más casos conocidos de intoxicación ha producido (basta echar un vistazo a la literatura y a los testimonios de afectados por Internet). Sin embargo, las mujeres embarazadas deben tener especial cuidado con las especies de pescado que consumen y la frecuencia con la que lo hacen, como advierte la Comisión Europea. El mercurio que contiene el pescado afecta negativamente al sistema nervioso, especialmente durante su desarrollo.


    La forma química de mercurio a la que nos exponemos al comer pescado se llama metilmercurio. El metilmercurio es un catión de mercurio orgánico compuesto por un grupo metilo CH3- y un ión de mercurio Hg+. El 95% del metilmercurio ingerido se absorbe en el intestino, y parte de él va siendo excretado por el hígado en la bilis antes de ser expulsado vía fecal. Esta forma de mercurio cruza la barrera hematoencefálica con facilidad (entra y sale del cerebro), y el cuerpo humano lo va transformando lenta pero inexorablemente en mercurio inorgánico Hg2+. El mercurio inorgánico es muy tóxico para los tejidos y no traspasa la barrea hematoencefálica, de modo que al exponerte al metilmercurio, una parte de él entrará en el cerebro, y tras ser transformado en mercurio inorgánico, quedará retenido en su interior por la barrera hematoencefálica durante mucho tiempo, pudiendo producir alteraciones sobre el sistema nervioso. Si quieres una información más extensa, pinchando sobre la imagen puedes consultar gratuitamente el libro "Toxicological Effects of Methylmercury" (2000) del Consejo Nacional de Investigaciones de los Estados Unidos (el equivalente al CSIC español).

   A lo largo de su vida, los peces van ingiriendo el mercurio presente en los sedimentos marinos. Los más grandes, al depredar a los más pequeños, van acumulando el mercurio que estos hubieran acumulado previamente (bioacumulación y biomagnificación), de modo que los que se encuentran en lo más alto de la cadena trófica son los que más mercurio acumulan. Si nosotros a su vez nos comemos a los pescados más grandes, nos expondremos a una cantidad importante de metilmercurio. En las mujeres embarazadas el metilmercurio cruza la barrera placentaria, y por tanto una parte de la ingesta de la madre se traspasa al sistema nervioso central del feto, pudiendo afectar gravemente a su desarrollo.

    Los peces tienen la capacidad de metilar el mercurio, es decir, sus cuerpos pueden convertir el mercurio inorgánico (muy tóxico) en metilmercurio (menos tóxico mientras se mantiene así), lo que hace que puedan almacenar grandes cantidades sin que eso afecte letalmente a su salud. Los humanos no tenemos esta capacidad, lo que nos hace mucho más vulnerables a la intoxicación por metilmercurio. Es posible determinar la exposición de una persona al metilmercurio procedente del pescado, durante los meses previos, analizando la concentración de mercurio en el cabello, en las uñas o en los glóbulos rojos (estos indicadores son menos útiles para exposiciones a mercurio inorgánico).

   A continuación incluyo unos datos extraidos de un estudio publicado en 2011 por el FROM con información sobre la concentración de metilmercurio en diferentes especies de pescados y mariscos. Hay que tener en cuenta que estos datos son medias, y que el grado de contaminación de cada pescado depende de su lugar de procedencia, sin embargo, es una buena aproximación al grado de contaminación de distintas especies.

Pescados
Pescado Metilmercurio (μg/g)
Pez espada 0.94
Emperador 0.57
Atún 0.33
Anguila 0.32
Pez luna 0.30
Marrajo 0.23
Rascacio 0.19
Merlán 0.17
Faneca 0.15
Merluza 0.15
Lubina 0.13
Gunard 0.13
Rape blanco 0.12
Salmonete 0.12
Lenguado 0.14
Granadero 0.12
Eglefino 0.10
Sardina 0.10
Dorada 0.10
Limanda 0.09
Raya 0.09
Gallo San Pedro 0.09
Abadejo 0.09
Fletán 0.09
Caballa 0.08
Bacalao 0.08
Solla 0.08
Fagonero 0.04
Salmón 0.04
Anchoa 0.02

Mariscos
Marisco Metilmercurio (μg/g)
Pulpo 0.22
Cangrejo 0.17
Langosta 0.09
Gamba 0.09
Cigala 0.09
Nécora 0.07
Calamar 0.06
Sepia 0.05
Mejillón 0.04
Centollo 0.04
Caracola 0.04
Vieira 0.04
Langostino 0.04
Berberecho 0.03
Bigaro 0.02
Vieira Calico 0.02
Ostra 0.01
Erizo 0.01

Conservas de pescado
Conserva Metilmercurio (μg/g)
Atún 0.21
Caballa 0.027
Sardina 0.023
Arenque 0.021

Platos precocinados
Plato Metilmercurio (μg/g)
Surimi 0.018
Sopa de pescado 0.007
Pasta de huevas de pescado 0.001
Paella 0.000

   Los ahumados de eglefino, arenque, caballa o salmón tienen muy bajas concentraciones de metilmercurio, de entre 0.01 y 0.04 μg/g.

Fuente: FROM. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de España.

sábado, 15 de diciembre de 2012

16ª ronda con DMSA + ALA

  Durante los dias 6, 7, 8 y 9 hice otra ronda. Los días previos me encontré bien, sin síntomas, con buena memoria, concentración y atención. En esta ronda subí la dosificación a 100 mg de ALA y 50 mg de DMSA cada 2 horas y 24 minutos.

   El primer día me encontré bien, salvo a la noche que empecé a tener molestias en el cuello, en la zona del cerebelo, y algo de opresión en la cabeza. El segundo día también me encontré bien hasta antes de irme a dormir que empecé a estar ya un poco espeso. Por la noche tuve algo de taquicardia, pulsaciones musculares en el oido derecho todo el rato y algo de hormigueo en el torso. El tercer día comencé a perder capacidad de concentración y memoria y tuve algunas molestias en las encías. El cuarto día me encontré bien. Por lo general ha sido una buena ronda, lo que me ha sorprendido habiendo subido de dosis.

   El primer día después de la ronda tuve molestias en la garganta (como cuando te vas a poner malo)  y pulsaciones en el oido derecho. Las molestias en la garganta al final de las rondas y las molestias en las encías ya me pasaban al principio cuando sólo tomaba DMSA y lo asocio precisamente al DMSA y la leve neutropenia que creo que me produce. El segundo día me encontré bien. El tercero un poco peor de concentración y memoria (dificultades al leer). Ayer y hoy bien, aunque tengo problemas para mantener el horario de sueño. Creo que durante las rondas la melatonina no me hace mucho efecto y fuera de las rondas en cuanto me descontrolo un poco y no la tomo a su hora, pierdo el ritmo normal.

   Para la próxima ronda probaré a dejar el DMSA y ver que tal me siento tomando solo ALA. Creo que la suplementación con taurina, fosfatidilcolina, pregnenolona, DHEA y DMAE, que es lo que he ido añadido en las últimas semanas, me ha ayudado bastante en el plano cognitivo, con el tema de la concentración, la memoria y la atención.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Cobre en alimentos

   En esta tabla he incluido el contenido de cobre en los alimentos que yo personalmente como con más frecuencia, y que creo que son bastante representativos de la dieta mediterranea, aunque faltan unos cuantos, desde luego. Tener esto en cuenta puede ser muy útil para algunos intoxicados por metales pesados y personas con enfermedad de Wilson.

   Las concentraciones de los minerales pueden varíar según el alimento esté crudo o cocinado. Por lo general una vez cocinados pierden algo de minerales. En esta lista la mayor parte son alimentos crudos y la concentración de cobre son valores medios. En cualquier caso, la lista da una buena aproximación de los "cuprosos" que son estos alimentos.

 Alimento Cobre (ug/g)
Sal 0.00
Margarina 0.00
Aceite de oliva 0.00
Cerveza 0.01
Yogur 0.09
Pimiento rojo dulce 0.17
Quesos 0.20
Melon 0.24
Leche 0.25
Lechuga iceberg 0.25
Manzana 0.31
Limon 0.37
Cebolla 0.39
Coliflor 0.39
Clementinas 0.43
Naranja 0.45
Zanahoria 0.45
Carne de pollo 0.48
Fresas 0.48
Brócoli 0.49
Harina de maiz 0.50
Calabacín 0.53
Lomo de cerdo 0.56
Uvas 0.56
Ciruelas 0.57
Tomate rojo 0.59
Chopped cerdo 0.60
Salmon 0.63
Pimiento verde dulce 0.66
Melocoton 0.68
Judias verdes 0.69
Higos 0.70
Huevo 0.72
Platano 0.78
Chorizo 0.80
Pera 0.82
Copos de maiz 0.88
Salami de cerdo 0.88
Carne de pavo 1.09
Ternera 1.00
Kellogs Korn Flakes 1.08
Piña 1.10
Patatas 1.16
Carne de cordero 1.13
Aceitunas verdes 1.20
Calabaza 1.27
Soja verde 1.28
Pan de avena tostado 1.28
Kiwi verde 1.30
Espinaca verde 1.30
Harina de arroz 1.30
Pan de avena 1.35
Harina de trigo 1.44
Pan de trigo 1.61
Langostino 1.82
Pan de centeno 1.86
Espárragos 1.89
Palomitas mantequilla 1.90
Tofu 1.93
Kellogs Special K 2.00
Pan de centeno tostado 2.04
Arroz blanco 2.10
Pan con semillas 2.82
Espaguetti seco 2.89
Fideos huevo 2.97
Ajo 2.99
Setas blancas 3.18
Tofu 3.78
Pulpo 4.35
Cereales trigo inflado 4.50
Macarrones de trigo 4.54
Hí­gado de pollo 4.92
Espelta 5.12
Lentejas 5.19
Nueces 6.21
Hígado de cerdo 6.77
Garbanzos 8.47
Judias blancas 9.84
Almendras 9.96
Kellogs All-Bran 10.40
Cacahuetes 11.44
Pistachos 13.00
Langosta 13.49
Chocolate 80-90% 17.66
Calamares 18.91
Anacardos 21.95
Semillas de sésamo 40.82
Hí­gado de ternera 118.65

Fuente: Biblioteca Nacional de Agricultura de los Estados Unidos.

martes, 4 de diciembre de 2012

15ª ronda con DMSA + ALA

   Esta vez usé una dosificación de 60 mg de ALA, 30 mg de DMSA y 200 mg de ascorbato cálcico cada 2 horas 24 minutos, y la he mantenido durante 7 días seguidos; empecé el día 23 y acabé el día 30. Viendo que normalmente me he encontrado mejor durante las rondas que después de ellas, y viendo los mensajes de Cutler de 2006 respecto al cobre, decidí probar con una ronda más larga. También quería probar si me encontraba mejor reduciendo un poco el tiempo entre dosis.

   La dosificación la elegí así porque cuadra bien con el contenido de las cápsulas que uso, DMSA de 100 mg y ALA de 600 mg. De este modo divido 1 cápsula de ALA y 3 cápsulas de DMSA en 10 dosis. Tomando una dosis cada 2h 24m, hacen 10 dosis cada 24 horas. Además añado 2 gramos de ascorbato cálcico al día, que toca a 200 mg por dosis. Todo este contenido rellena justo una cápsula de gelatina tamaño "0".

   Durante el primer día noté pulsaciones musculares (como cuando palpita el músculo del ojo). Durante el segundo día acúfenos aumentados, hormigueo por la noche y dificultad para leer por el día. El tercer día hormigueos y acúfenos. El cuarto día déficit de atención y de memoria. El quinto día sin síntomas. El sexto día me encontré bastante bien aunque tuve algo de hormigueo al despertarme. El séptimo día acúfenos, déficit de atención, ligera niebla mental, sensibilidad dental, ligero hormigeo, inquietud (por el día bebí café). Durante toda la ronda fue aumentando el insomnio, acabé durmiéndome a las 6-8 de la mañana y despertándome a las 18.

   El primer día después de la ronda empecé a resfriarme pero dos días después ha desaparecido el resfriado con mucha facilidad. Probablemente sea una de esas personas a las que el DMSA les produce una ligera neutropenia, lo que hace que los agentes infecciosos prosperen con más facilidad y una vez dejo de tomarlo este efecto desaparece ya que el sistema inmune deja de tener problemas para luchar contra las infecciones. También tuve pulsaciones musculares en el oido derecho. El segundo día me encontré un poco cansado, con gases y sangrado de encías. Por la noche oriné muchas veces. El tercer día al irme a la cama tuve un dolor de cuello bastante intenso por la zona de la nuca. El cuarto día me desperté con hormigueos. Ayer y hoy no he tenido síntomas. Me encuentro bien y he recuperado un horario de sueño más normal, durmiéndome a la 1-2 y despertándome a las 11-12.

   Justo antes de empezar la ronda empecé a tomar taurina (500 mg/día) y fosfatidilcolina (420 mg/2 días) y durante los últimos tres días he empezado a suplementar con hormonas suprarrenales: Pregnenolona (100 mg/día) y DHEA (50 mg/día). Tal vez esto último haya infuido en que me encuentre mejor durante ayer y hoy, o puede que simplemente hayan pasado los efectos de la redistribución.