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lunes, 14 de enero de 2013

Intoxicación por mercurio de amalgamas: Un problema político

   Muchas personas sufren problemas de salud producidos por sus empastes de amalgama y desconocen que el mercurio que éstos liberan en su boca es la causa de ellos. Quienes finalmente lo hemos averiguado lo hemos hecho después de muchos años de padecimientos inexplicables (o ridículamente explicados).

   Algunas personas han muerto como consecuencia de estas intoxicaciones (hay casos documentados en revistas de hace años), por suicidios o complicaciones derivadas del deterioro que se puede producir durante la intoxicación. Otros se han pasado su vida miserablemente de médico en médico, resignados, con enfermedades degenerativas y/o estigmatizados con problemas psiquiátricos sin llegar a recuperarse nunca. Aunque algunas personas piensen que decir esto es alarmista, es símplemente la verdad; no se puede sacrificar a algunas personas para que el resto estén tranquilas.

   Todo esto además lo puede deducir quien haya sufrido el problema, por su evolución y su posterior recuperación tras los trabajos dentales, dado que antes de ellos íbamos a peor y con muy malas expectativas, así como por casos con menos fortuna de entre asociaciones de afectados.

   Dado que la mayor parte de las personas que aún tienen amalgamas dentales ni siquiera saben que éstas están compuestas por mercurio metálico en un 50%, en caso de darse las circunstancias necesarias para que su salud comience a deteriorarse, será muy complicado que lleguen a asociar sus problemas a ellas, y según en que aspectos les afecte más así acabarán en un médico o en otro, probablemente pasen por varios: endocrinos, internistas, alergólogos, dermatólogos, neurólogos, psicólogos y psiquiatras, para finalmente acabar tomando múltiples fármacos de por vida en el intento de controlar sus síntomas.

   La creencia de la mayoría de los médicos en que las intoxicaciones por mercurio sólo se producen en el ámbito laboral (es lo que les dicen sus libros), hace que la toxicidad por mercurio a bajas dosis no forme parte de los procesos de diagnóstico en los sistemas de salud, que los casos existentes no lleguen a registrarse, y en consecuencia que no haya datos oficiales que reflejen la incidencia real de la patología, lo que a su vez se convierte el argumento principal usado por muchos para seguir afirmando que la amalgama dental es un material seguro, y para no tomar en consideración la patología en los procesos de diagnóstico (como no se diagnostica, parece que no existe y como no existe no se puede diagnosticar). Luego, los casos que salvando todas las dificultades (que son muchas) se registran en publicaciones, son minimizados como casos rarísimos que no merece la pena tener muy en cuenta.

   Lo cierto es que son bastantes los casos publicados tanto por médicos como por los propios afectados. Se sabe que hay distintas circunstancias (mascar chicle, galvanismo...) que multiplican la velocidad a la que se libera el mercurio de los empastes, y que no están controladas ni son conocidas por la inmensa mayoría de pacientes y dentistas, así como que se suma a otras fuentes de exposición (consumo de pescado, vapores en el aire, etc). Se han registrado casos en los que la liberación de mercurio de las amalgamas estaba bastante por encima de lo que se toma como referencia en los cálculos usados para afirmar su seguridad. Se sabe que una pequeña parte de la población es más propensa a sufrir una reacción adversa con el mercurio, bien por un aclaramiento más lento y/o una mayor sensibilidad a sus efectos neurotoxicos (hipersensibilidad), bien por una mayor respuesta inmune (alergia). Se sabe que si los mecanismos de excreción de metales del cuerpo no funcionan demasiado bien y/o si hay sinergias entre distintos tóxicos, la salud se deteriorará. Se sabe que el tiempo de vida del mercurio en el cerebro es muy largo (probablemente no exista un máximo), y que es ahí y en las glándulas endocrinas precisamente donde más se retiene durante la exposición a bajas dosis. Se sabe que todo el mercurio que no se excreta, se retiene, aumentando la concentración de este en los tejidos, que los límites de exposición laboral están tomados para una parte de la población seleccionada de manera natural por su resistencia al mercurio (trabajadores de la industria) y que ni siquiera en esos casos son seguros en el largo plazo, además de que los síntomas persisten años después de cesar la exposición

    La autoridades sanitarias han ido cambiando de opinión lentamente sobre el problema de la exposición al mercurio procedente de amalgamas dentales, y tras reconocerse que son la principal fuente de exposición para la población general (OMS 1991) y tras recibir informes contrarios a su uso, acabaron siendo prohibidas por los gobiernos de Suecia, Noruega y Dinamarca, mientras que por otro lado algunos organismos han seguido afirmando que las amalgamas dentales son seguras (SCENIHR y FDA).

   ¿Por qué el informe del comité SCENIHR sobre la seguridad de la amalgama dental, que se ha convertido en la posición oficial de la Comisión Europea, fue elaborado por 4 dentistas, 2 veterinarios y 1 toxicólogo? ¿No debería haber sido elaborado por un equipo de toxicólogos competentes en la materia? Probablemente en ese caso las conclusiones hubieran sido distintas, como se puede ver en este artículo, donde se desmontan una por una las conclusiones del SCENIHR, usando toda la evidencia científica disponible, y no sólo una parte.

   Incluso si uno cree realmente que los dentistas tienen una formación adecuada para juzgar la seguridad de un material en sus aspectos toxicológicos, ¿no tendría un propietario de patentes de amalgama como la Asociación Dental Americana (quien defiende en la FDA la odontología con mercurio) un conflicto de intereses al juzgar su seguridad?

   Muchos odontólogos son reacios a creer que las amalgamas que han estado poniendo durante años han causado muchas historias dramáticas e incluso trágicas, máxime cuando desde los colegios de odontólogos siguen afirmando que son seguras. No culpo a estos odontólogos. De hecho, algunos han sido también víctimas sin saberlo. Es lógico pensar de ese modo si quienes tienen que informarte no lo hacen. No parece verosímil que durante tanto tiempo se haya estado haciendo algo mal y nadie se haya dado cuenta. Pero lo cierto es que sí ha habido quien se ha dado cuenta, pero estas personas han pasado desapercibidas para la mayoría o se las ha censurado. Personas de ciencia como Alfred Stock, Jaroslav Pleva, Andrew H. Cutler, Bernard Windham o Maths Berlin han alertado en muchas ocasiones y el goteo de intoxicados ha sido constante.

   Mención aparte merecen las autoridades sanitarias españolas, cuya actuación ha sido nula. En cuanto a la representación de quienes defienden el uso de mercurio en la odontología española, véase consejo general de colegios de odontólogos, en su web se pueden leer una serie de "informes" escuetos que su presidente ha debido encargar a algunos dentistas con la intención de demostrar que las amalgamas dentales son seguras y que quien dice lo contrario es un vendedor de composites. Lo único que queda demostrado en ellos es que se ha invertido poco tiempo en hacerlos y que sus autores carecen de competencias para abordar un problema que es para toxicólogos que se hayan documentado. En cuanto a los alegatos con los que se presentan, además de que no ocultan un enorme prejuicio (incompatible con la ciencia), hay que decir que ofenden a las personas que han tenido que vivir una pesadilla a cuenta del mercurio de sus empastes de amalgama. Puedes encontrar en la sección de bibliografía una pequeña parte de la literatura que parecen desconocer estas personas.

   En los países donde se prohibió el uso de amalgamas dentales ya se resolvió el problema. Ahora la Comisión Europea estudia su prohibición en toda la UE, aduciendo motivos medioambientales como causa principal (cuestión malentendida por muchos), y así será como tal vez se resuelva el problema político.

    Lo esencial es que las personas que tienen empastes de amalgama y han sufrido un inexplicable deterioro de su salud, sepan que el mercurio que estas liberan puede ser la causa de ello, y que en ese caso extraerlas de manera segura e iniciar una terapia de quelación siguiendo un protocolo seguro (como el de Cutler), es el único tratamiento que necesitan, y que si hasta ahora no han podido obtenerlo ha sido por la inoperancia de las instituciones, y una falta de información a odontólogos y médicos.